IA, trabajadores y la trampa del capitalismo tardío
IA, trabajadores y la trampa del capitalismo tardío
La Guardilla Podcast · La Guardilla Podcast · 6 min read · Jun 17, 2025
En ciertos sectores tecnológicos — especialmente entre profesionales informáticos que cobran en torno a los 1500 euros al mes — se está extendiendo una sensación amarga: “Pago muchos impuestos, el Estado no me da nada y mi trabajo podría hacerlo una IA por una fracción del coste”.
Este discurso se mezcla con frustración, precariedad y una visión cada vez más tecnolibertaria del mundo, donde el trabajador se percibe simultáneamente como “clave para la economía digital” y como un “estorbo costoso que pronto será reemplazado por algoritmos”.
Y sin embargo, ese reemplazo masivo no termina de llegar. ¿Por qué no se da del todo? ¿Qué lo impide? ¿Qué dice esto del momento actual del capitalismo?
⚙️ 1. IA barata, pero no tan fácil
Sí: muchas tareas informáticas, administrativas, logísticas e incluso creativas ya son automatizables con inteligencia artificial. Pero automatizar no es simplemente apretar un botón. Las barreras son más complejas:
- Costes técnicos: Entrenar modelos, integrarlos, mantener servidores seguros, hacer backups, escalar procesos, supervisar su output… no es gratis.
- Costes humanos: Echar a alguien no es trivial. Hay indemnizaciones, desmotivación del equipo, conflictos sindicales, reputación corporativa.
- Riesgos legales: Muchas tareas (especialmente en sectores regulados) requieren trazabilidad humana, supervisión legal o responsabilidad directa.
- Rendimiento inconsistente: Las IAs actuales aún cometen errores básicos, y necesitan retroalimentación continua. No son 100% confiables.
Y sobre todo, no todas las empresas están preparadas para automatizar. Muchas pymes, instituciones públicas o estructuras analógicas carecen del músculo técnico y organizativo necesario. Automatizar sin saber lo que haces es cavar tu propia tumba operativa.
🤖 2. La paradoja: trabajadores sustituibles, pero necesarios
Aquí aparece una contradicción central del capitalismo actual: el trabajador parece prescindible técnicamente… pero es indispensable estructuralmente.
¿Por qué?
Porque el trabajador no solo produce. También consume. También estabiliza la sociedad. También justifica el relato meritocrático. Si desaparece, la máquina se queda sin combustible.
Por eso surgen fenómenos como el “empleo zombi”: puestos que ya no aportan productividad real, pero que se mantienen como colchón social. Desde técnicos infravalorados hasta administrativos que solo validan flujos automáticos, buena parte de la clase media está atrapada entre la sobreformación, la obsolescencia y la simulación de utilidad.
Esto genera:
- Salarios congelados, sin proyección.
- Precariedad funcional: contratos temporales, subcontratas, freelancing forzado.
- Crisis existencial: burnout, ansiedad, pérdida de sentido en el trabajo.
El capitalismo necesita que trabajes… pero no sabe para qué.
📉 3. La caída tendencial de la tasa de ganancia
La automatización no es neutral: tiene consecuencias estructurales.
Desde el punto de vista marxista, solo el trabajo humano genera plusvalor. Las máquinas transfieren valor, pero no lo crean. Por tanto, cuando el capital sustituye trabajo vivo por máquinas (o IAs), abarata costes a corto plazo, pero mina su capacidad de generar beneficio a largo plazo.
Esto provoca:
- Reducción de la masa salarial global, y por tanto, del consumo.
- Dependencia del crédito y la deuda para sostener el crecimiento.
- Proliferación de mercados ficticios (fintech, cripto, burbujas digitales) que absorben capital sin producir nada tangible.
La automatización mejora la eficiencia… pero socava el motor interno del sistema. En lugar de solucionar la crisis, la acelera.
🚪 4. El callejón sin salida
El capitalismo de plataformas está atrapado entre tres exigencias contradictorias:
- Reducir costes → necesita automatizar y precarizar.
- Sostener el consumo → necesita trabajadores con ingresos estables.
- Legitimarse como progreso → necesita una narrativa de innovación y bienestar.
Pero no puede cumplir las tres al mismo tiempo.
Las respuestas institucionales actuales son parches superficiales:
- Rentas mínimas que estabilizan, pero cronifican la dependencia.
- Cursos eternos que prometen reconversión, pero llevan a más frustración.
- Flexibilidad laboral que encubre inseguridad crónica.
Mientras tanto, las grandes ganadoras son las Big Tech y los fondos de inversión: extraen valor, controlan datos, imponen condiciones… y no generan empleo ni bienestar colectivo.
La automatización sin redistribución es una bomba de relojería social.
🧟 5. Los “vagos” trabajadores y el plot twist digital
Uno de los discursos más venenosos de nuestro tiempo es el que tilda de “vagos” a quienes están en paro o viven de ayudas. Pero esa acusación oculta una verdad brutal: esas personas siguen trabajando… sin saberlo, sin cobrar, y para las mismas empresas que les quitaron el empleo.
Ejemplo paradigmático: Amazon. Ofrece productos más baratos que los mercados locales. Infecta la economía real. Destruye el tejido comercial tradicional. Y una vez domina el terreno, sube precios y concentra poder logístico.
Mucha gente que se queda en paro acaba atrapada en la pantalla: navegando tiendas, probando apps, participando en sorteos, reseñando productos…
Y ahí está el plot twist: están trabajando para Amazon, TikTok, Meta, Google… gratis.
Porque cada click, cada scroll, cada reacción, es monetizable. Alimentan algoritmos, testean mercados, generan datasets. Son trabajadores invisibles, que no saben que lo son.
Y mientras reciben ayudas sociales para sobrevivir, el capitalismo digital les extrae valor sin pagarles. El parado es convertido en tester, en influencer marginal, en recolector de datos… sin contrato, sin salario, sin dignidad.
La paradoja es devastadora: se culpa al desempleado por “vivir del Estado”, cuando en realidad el sistema vive de él.
6. El plot twist patronal: la IA como excusa para destruir empleo
La irrupción de la inteligencia artificial no solo funciona como herramienta de automatización, sino también como coartada estratégica de la patronal. En múltiples sectores, las direcciones empresariales están utilizando la IA como excusa narrativa y táctica de presión para:
- Justificar reducciones de plantilla “inevitables”.
- Presionar en negociaciones sindicales, sugiriendo que “resistirse a la automatización” es quedarse atrás.
- Congelar salarios o derechos ante la amenaza de sustitución algorítmica.
Aunque en muchos casos la IA ni siquiera está implementada aún, su mera mención basta para desequilibrar las relaciones laborales.
🔹 Ejemplos en medios y banca
- BuzzFeed (EE.UU., 2023): despidió a una parte importante de su redacción alegando que comenzaría a usar IA generativa para redactar contenido básico, aunque los resultados de los modelos eran mediocres.
- CNET (2023): comenzó a publicar artículos generados por IA sin informar al público. Tras ser descubiertos varios errores, despidieron a parte del equipo de edición, justificándolo por “adaptación a los nuevos procesos”.
- JPMorgan y otras entidades bancarias han anunciado proyectos piloto con IA conversacional en atención al cliente mientras paralelamente eliminan departamentos enteros en países con mayor protección laboral, argumentando “reestructuración tecnológica”.
🔹 Casos en trabajos puramente informáticos e industriales
- IBM (2023): su CEO Arvind Krishna declaró públicamente que “30% de los puestos administrativos podrían ser reemplazados por IA en cinco años”, y congeló la contratación de unos 7.800 puestos. Aunque muchas de esas tareas no estaban aún automatizadas, el discurso sirvió como señal al mercado y a los trabajadores.
- Accenture anunció el despido de más de 19.000 empleados en 2023, justificando la medida en la “transformación digital acelerada” y la necesidad de reorganizar los equipos ante la “integración de tecnologías de IA”.
- Dropbox (2023): despidió a unos 500 trabajadores señalando una “necesidad de reenfocar la empresa hacia IA”, y reubicó presupuesto hacia nuevas divisiones, sin aclarar cómo esas IAs funcionarían o a quién sustituirían.
- En el sector industrial, empresas como Siemens o Bosch ya están incorporando IA para análisis predictivo, mantenimiento automático y control de calidad. Aunque aún dependen de personal técnico, en muchas plantas se está frenando la contratación bajo el argumento de que “la IA asumirá esas funciones pronto”.
⚠️ Conclusión parcial
La IA funciona hoy como instrumento disciplinario y simbólico. Aunque su despliegue técnico real aún sea parcial, su valor retórico es enorme: permite a la patronal reducir costes, aumentar el miedo, y mantener relaciones laborales desequilibradas. Se convierte en el nuevo “fantasma del paro”, como en su día lo fue la deslocalización a Asia.
Como dijo un dirigente sindical alemán tras la negociación en una planta de automoción:
“No nos han enseñado ni una sola IA funcionando. Pero nos la han enseñado en cada reunión.”
La inteligencia artificial no ha inventado estas tensiones: solo las ha puesto en evidencia.
Nos encontramos en una fase en la que:
- El trabajo humano es despreciado, pero aún necesario.
- La eficiencia destruye valor en lugar de generarlo.
- El progreso tecnológico sirve a un modelo que no sabe qué hacer con las personas.
Y la pregunta ya no es “¿la IA hará mi trabajo?”. La verdadera pregunta es: ¿cómo sobrevivimos a un sistema que necesita reemplazarnos, pero no puede prescindir de nosotros?

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